Muchos llegan a decir que las enseñanzas de Buda, Mahoma o Confucio son, en esencia, iguales a las de Jesús.
Sin embargo, cuando analizas realmente las enseñanzas de los tres primeros personajes, aún sabiendo que los textos respectivos fueron escritos siglos después de la muerte de los mismos, es notable la falsedad de dicha premisa. Son diferentes, no solo en esencia sino en sus implicaciones prácticas también.
Por otro lado, los evangelios canónicos del Nuevo Testamento en la Biblia no tuvieron gran diferencia de tiempo entre el momento de ser escritos y los hechos que relatan. Al estudiar las enseñanzas de Cristo Jesús en dichos textos, podemos notar claramente la diferencia con cualquier otra filosofía o ideología y la exclusividad que denotan sus premisas.
Todas las comunidades donde el evangelio de Jesucristo ha sido predicado, honrándolo en palabra y hecho, han tenido grandiosos cambios sociales, académicos, políticos, económicos y morales.
Claro que la belleza de sus enseñanzas es relevante gracias a los hechos en la vida de Cristo Jesús. Todo lo profetizado, vivido y disfrutado alrededor del nacimiento, vida, ministerio, muerte y resurrección de Jesucristo lo hace único.
La Singularidad de Cristo Jesús es lo importante, es lo que hace que predicar, amar, perdonar, cambiar y creer en ÉL, como dicen las Escrituras, tenga sentido y sea lo más maravilloso de la vida.
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