En el mundo de la ingeniería naval, cada minuto cuenta. Un solo día de retraso puede traducirse en pérdidas importantes. En este contexto de extrema precisión y presión constante, Elsa Schleissner construyó su carrera profesional, liderando proyectos de gran envergadura en multinacionales del sector náutico.
Perfeccionista, organizada y profundamente comprometida con su trabajo, parecía tenerlo todo bajo control… hasta que su cuerpo y su mente dijeron basta.
En nuestra conversación en el podcast, Elsa compartió un recorrido que muchos líderes reconocerán como propio: la lucha entre la autoexigencia y la realidad de un entorno que nunca deja de demandar más.
Elsa, como muchos líderes en entornos de alta presión, se encontró atrapada en la tormenta perfecta: proyectos críticos, equipos multidisciplinarios con ritmos y metodologías distintas, y la necesidad de cumplir plazos inamovibles.
Su punto de inflexión llegó cuando sintió que lo que estaba haciendo ya no estaba alineado con su propósito. Cuando la autoexigencia se convirtió en un peso difícil de justificar, y su vida personal quedó relegada a un segundo plano.
Consciente de que su crecimiento no podía depender de las estructuras rígidas de una organización, Elsa decidió dar un giro. Pasó a una empresa más pequeña, donde pudo asumir un rol de liderazgo más cercano, centrado en las personas. Y fue ahí donde descubrió lo que realmente mueve a los equipos: el reconocimiento, la confianza y el sentido de pertenencia.
“Trabajar con un equipo que llevaba años en la empresa, con una cultura diferente y con menos iniciativa, me hizo ver que el liderazgo no es solo técnica y gestión. Es saber hacer equipo, lograr que las personas se sientan válidas y reconocidas. Eso aporta mucho más que cualquier otra cosa.”Pero el desafío no terminó ahí. Como en muchas organizaciones, la ambición por crecer rápido llevó a la empresa a aceptar más trabajo del que realmente podía gestionar. De nuevo, las horas extras y la presión excesiva entraron en escena. Y Elsa volvió a enfrentarse a la pregunta clave: ¿es este el camino que quiero seguir?
La respuesta llegó con un nuevo desafío: emprender. Junto a su marido, identificó una necesidad crítica en el sector náutico –la falta de profesionales cualificados accesibles para los armadores– y decidió solucionarla con tecnología. Así nació Goodwinds, una App que conecta a profesionales náuticos con quienes necesitan sus servicios a través de una plataforma intuitiva.
Esta transición no solo le permitió reinventarse profesionalmente, sino también recuperar el control sobre su tiempo y su propósito.
La historia de Elsa nos deja grandes aprendizajes para cualquier líder que se sienta atrapado en una vorágine de trabajo insostenible:
Los mayores desafíos de un líder siempre son humanos.
El estrés prolongado no pone a prueba tu capacidad profesional, sino tu capacidad de autocuidado.
No esperes a encontrar el lugar ideal, constrúyelo.
Si esta historia conecta con tu camino, quizás sea el momento de preguntarte: ¿Estoy donde quiero estar? ¿Soy la persona que quiero ser?
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