Querido Lord Blackwood

Amor, traición y venganza: Una escritora de cartas en busca de justicia en la alta sociedad de la Regencia

De: Charlize Clarke

Narrado por: Virtual Voice

Amelia Fairburn, hija del dueño de una pequeña librería, ha ganado renombre por su habilidad para escribir cartas de amor que tocan lo más profundo del alma. Sin embargo, en los últimos meses, ha notado un patrón inquietante: muchas de sus cartas están dirigidas al mismo hombre, el enigmático y distante Lord Weston Blackwood.

Weston Blackwood, un conde que ha tenido que hacerse cargo de su hermano menor, Evan, se ve afectado por la vida licenciosa de este último. Decidido a investigar a la autora de las cartas dirigidas a Evan, Weston se encuentra con Amelia, una mujer que despierta su interés y curiosidad.

Enredos, confusiones y amor se entrelazan en esta historia, donde las palabras se convierten en el arma más poderosa y el corazón de Amelia se enfrenta a un dilema: ¿podrá encontrar su propia historia de amor o estará destinada a vivir siempre a la sombra de los sentimientos ajenos?

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Para incluir en la carta:

1. Una descripción poética y apasionada de los labios de una dama, como si fueran "frutos prohibidos, delicados y tentadores".
2. Una línea sobre "las caricias que despiertan incendios y calman tormentas".
3. La comparación de la piel con "el mármol más puro, aunque cálido al tacto".
4. Una mención a "susurros que encienden la noche y la convierten en un edén secreto".
5. Un pedido explícito para describir "los cabellos de ella cayendo como un río dorado sobre sus senos y que reclaman mi perdición".
6. Una frase que insinúe "la dulce esclavitud de los abrazos que no tienen fin".
7. Y finalmente, una referencia al "perfume de su piel, capaz de enloquecer al hombre más virtuoso".

Amelia leyó la lista en silencio, sintiendo cómo el rubor le cubría las mejillas a medida que avanzaba.

—Vaya, parece que este caballero no quiere una simple carta de amor —murmuró, bajando el papel con rapidez y mirándolo como si fuera un objeto peligroso.

Sheldon, quien estaba a punto de servir el té, levantó la vista y arqueó una ceja al notar su expresión.

—¿Qué sucede? ¿El buen hombre necesita un mapa para llegar al corazón de su amada o algo más mundano? —bromeó, acercándose con curiosidad.

Amelia le mostró la lista de mala gana, mientras él la tomaba con aire solemne. Sus ojos recorrieron el contenido y, al instante, soltó una carcajada.

—¡Por todos los cielos, Amelia! Este hombre no necesita una carta, necesita una novela al estilo del Marqués de Sade —murmuró con una mezcla de burla y asombro, inclinándose ligeramente hacia ella como si compartiera un secreto inapropiado.

Amelia alzó una ceja ante el comentario, intentando mantener la compostura mientras él seguía riendo.

—Lamento decepcionarte, Sheldon, pero me temo que no poseo el mismo descaro que ese autor del que hablas —replicó con una pizca de ironía, cruzando los brazos sobre el pecho—. Sin embargo, haré mi mejor esfuerzo por estar a la altura de tan peculiar pedido.