Como los niños aprenden lo que ven y lo que viven, los hábitos de cortesía y buenas maneras necesitan ser primero practicados y enseñados por los padres.

Sin urbanidad no hay futuro” en los últimos años, hay un auge de los “malos modos”. “Un país no es rico porque tenga diamantes o petróleo. Un país es rico porque tiene educación. Educación es que, aunque puedas robar, no robas.

Desgraciadamente, la falta de cortesía se repite en todos los estratos sociales. Además, esa actitud de desconsideración hacia otros, se manifiesta en conversaciones cargadas de garabatos, en programas televisivos donde tiene cobertura y protagonismo la extrema vulgaridad, en todas sus manifestaciones.

La cortesía, aunque no es una virtud equiparable a la justicia, la compasión o la generosidad, es la antesala de todas ellas. “la urbanidad es algo muy pequeño que antecede a algo grande” No se puede construir una sociedad sin respeto y consideración por los demás.

Capítulo 4-
"Jamás la escuela y el maestro podrán ser reemplazados por la tecnología… hace falta la pedagogía del afecto".
La disciplina positiva anticipa y refuerza los comportamientos deseados. Se enfoca en la prevención en vez del castigo. Prioriza la comunicación y comprensión de las consecuencias de los actos.
Los padres y profesores deben decir a los niños, en forma clara y precisa, qué se espera que hagan. Explicitar también las consecuencias, si ese comportamiento se manifiesta o no. Además, al comienzo, es necesario proporcionar retroalimentación inmediata.

Mediante las estrategias de disciplina positiva, los niños aprenden, por ejemplo, a:

· Respetar las opiniones de sus compañeros y tratar de entender sus puntos de vista.

· Asumir la responsabilidad de sus acciones.

· Autocontrol y solución de problemas.

· Fortalecer una autoestima positiva.

· Integrarse con sus compañeros, respetando las diferencias.
No se ponen etiquetas, el foco está en las conductas -ya sean positivas/negativas- y sus consecuencias.
"El propósito de la disciplina positiva es enseñar habilidades para la vida y no solo corregir comportamientos”

¡Eres lo que practicas!

La disciplina comienza siempre en la familia, con el compromiso y esfuerzo sistemático de los padres.

Todos los hábitos y rutinas son aprendidos y deben ser enseñados y practicados de manera sistemática.

Jugando los niños aprenden y practican hábitos de convivencia social, desde el autocontrol o autorregulación para esperar su turno, seguir las reglas, tolerar la frustración, ser respetuosos al ganar y también cuando pierden.

La disciplina no parte con los niños sino con los padres. Para educar a los niños se necesitan adultos con la suficiente autodisciplina para enseñar a sus hijos. Que sean capaces de establecer normas de comportamiento y ser consistentes en su cumplimiento cotidiano, lo cual significa establecer objetivos y acordar estrategias, además de tener voluntad, esfuerzo y perseverancia.