• Territorio Rojo / Nación Criminal

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Territorio Rojo / Nación Criminal

By: MVS Radio
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  • Descubre "Nación Criminal", una serie de narraciones del periodista Óscar Balderas que destapa la cruda realidad de México en relación con la violencia, inseguridad, corrupción y las redes de complicidad que surcan nuestra sociedad. Este podcast profundiza en los rincones más oscuros y menos explorados del entorno criminal, arrojando luz sobre los desafíos que enfrentamos como nación.

    Sumérgete en historias impactantes y análisis perspicaces que examinan a fondo las complejidades de la delincuencia en México y sus implicaciones en la vida cotidiana.

    2024 MVS Radio
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Episodes
  • EMOJIS - 20 NOV 24
    Nov 20 2024

    Así como en las ciudades y zonas rurales, el crimen organizado se disputa el territorio con cadáveres y “narcomantas”, así también lo hacen en el ciberespacio. Y en ese terreno intangible se usan emojis e íconos que están en el teclado de computadoras y celulares.

    Tres cuentas especializadas en crimen organizado en X, antes Twitter, trabajaron en conjunto para entender cómo los brazos armados en México usan los emojis en redes sociales, como Instagram o TikTok, para crear una representación de identidad, pertenencia y “valores” entre sus integrantes y futuros reclutas. Con el permiso de @All_Source_News, @LatamObscuro y @natsecboogie, reproduzco sus hallazgos.

    Lo primero que hay que entender, me dice @All_Source_News en entrevista, es que cuando los miembros de un grupo criminal suben contenido a las redes sociales y acompañan fotos y videos con un texto, por ejemplo, presentándose como una escisión del Cártel de Sinaloa, ese contenido es removido de inmediato por la plataforma, que lo identifica con inteligencia artificial como propaganda del crimen organizado.

    Esos contenidos suelen ser videos con incursiones armadas a un territorio enemigo, la ocupación de la plaza de un rival, el asesinato de integrantes de brazos armados contrarios, mensajes intimidatorios contra autoridades o civiles o sirven para presumir el armamento con el que cuentan para maximizar los daños. El proselitismo del terror.

    Para evitar que les “bajen” esos videos, los usuarios usan emojis como códigos secretos. Ya no necesitan texto, sino un ícono discreto que dice todo sin decir nada: a qué grupo criminal representan y a qué brazo armado pertenecen sus futuras víctimas.

    El caso más conocido es el de La Chapiza, la tropa de Los Chapitos, hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Sus integrantes ya no teclean el membrete criminal, sino que usan el emoji de una rebanada de pizza —La “Cha-pizza”— para esquivar a los bots de las redes sociales.

    Otro grupo cercano a La Chapiza es el que usa como emoji la bandera de Francia en alusión a la capital, París, que suena muy parecido a “Perris”, el apodo de Jorge Humberto Figueroa Benítez, jefe de escoltas de Los Chapitos.

    Los bandos ligados a Ismael “El Mayo” Zambada también tienen sus propios códigos visuales: una cara amarilla sonriente con un sombrero vaquero, o simplemente un sombrero de copa, alude a la gente a las órdenes del fundador del Cártel de Sinaloa, hoy detenido en Estados Unidos, a quien también se le conoce como “El Señor del Sombrero”.

    Un emoji con un arco y una flecha esconde que el contenido violento pertenece al brazo armado “Los Flechas MZ”. Una bandera de Rusia se usa para aludir implícitamente al grupo de pistoleros de Juan José Ponce Félix, alias “El Ruso”. Un limón amarillo es usado por los afiliados al grupo de Alfonso Limón Sánchez, apodado “Poncho Limón”. Y un inocente venado disimula el contenido subido por los sicarios de Germán Villavicencio, aliado del “Mayo”, apodado “El Venadito”. Todos aliados del “Mayo” Zambada.

    En esta investigación, los gallos identifican a los miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación, cuyo jefe máximo, Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, también es apodado “El Señor de los Gallos”. Y en una indagatoria aparte, hecha por el periodista Chris Dalby, el emoji que distingue a los de Jalisco es un demonio con cara morada.

    Un ramo de tulipanes sirve para ligar los videos de matanzas y venganzas con el de gente que sigue al “Jardinero”, el apodo de Audias Flores Silvia, de quien se dice que podría ser el sucesor “Mencho” en caso de detención, abatimiento o muerte natural.

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  • Querétaro - 13 Nov 24
    Nov 13 2024
    En otoño de 2009, una joven empresaria de nombre Brenda Rangel, de entonces sólo 30 años, supo antes lo que miles de sus vecinos conocerían después, negados a aceptar su realidad: que el crimen organizado se había anidado en Querétaro, especialmente en la capital, donde el 9 de noviembre ocurrió la masacre de 10 personas en el Bar Cantaritos. Pero eso, ya lo sabemos ahora: que Querétaro no es la ciudad santuaria que presume estar a salvo de la violencia de los cárteles; que las matanzas que vemos en otros estados también ocurren en sus calles y comercios supuestamente blindados. Eso lo sabemos hoy, viendo los videos virales de ese infame ataque armado. Pero hace 15 años, Brenda Rangel lo supo de primera mano y desde entonces he gritado que Querétaro es otra narcoentidad. Gritos que llegaron a los oídos de un país sordo. Brenda Rangel es la primera mujer mexicana nominada para el Nobel Women’s Iniciative de los Derechos Humanos. Una galardonada de Amnistía Internacional por su activismo por la paz. Pero en 2009 era sólo Brenda Rangel, la hermana de Héctor Rangel, con quien compartía el negocio de venta de ropa. Su familia solía viajar a Estados Unidos, comprar ropa de marcas que aún no llegaban a Querétaro y la vendían entre sus conocidos con éxito, tanto que se volvieron uno de los clanes comerciantes más conocidos de la capital. El 10 de noviembre de 2009, Brenda planeaba cobrar una deuda adquirida de un viejo cliente. 90 mil pesos. Algo usual en un negocio informal como el de ellos. Pero a punto de hacerlo, su hijo pequeño se sintió mal y su hermano Héctor tomó su lugar. La deuda se saldaría a cuantos kilómetros, pero el cliente hizo un extraño cambio de planes: pidió que la cita se moviera hasta Monclova, Coahuila, donde supuestamente tenía el dinero. Para compensar el viaje y la molestia, pagaría un extra. Así que el joven vendedor de ropa aceptó y se hizo acompañar de Milton e Irene, su amigo y trabajadora del hogar, para no viajar solo por carretera. Ya en Monclova, Héctor avisó a su familia que más situaciones raras pasaban: no había rastro del cliente deudor y en la carretera había sido detenido, sin razón, por policías municipales. Contaba eso desde un teléfono público porque su batería se había agotado, cuando los uniformados reaparecieron para acosarlo. La llamada terminó con la promesa de Héctor de comunicarse de nuevo una vez que supiera qué querían esos policías, pero no volvió a llamar. Al día siguiente, Brenda y su familia viajaron a Monclova para descifrar ese largo silencio. Buscaron en hospitales, Semefos, separos, hoteles y bares, esperando que la falta de comunicación fuera producto de una larga borrachera. En cambio, se toparon con que en aquellos años, un grupo criminal controlaba a los policías municipales y les obligaban a aplicar una macabra clave secreta llamada 92 Sierra. Una creación de Los Zetas. Esa clave activaba a los policías municipales de Coahuila cuando veían un vehículo foráneo con dos o más hombres a bordo. Entonces, estaban obligados a pararlos y llevarlos con el jefe criminal del municipio, quien decidía si los detenidos eran inocentes o rivales disfrazados de visitantes. Si sospechaba de lo segundo, eran desaparecidos y asesinados. Y Héctor viajaba en un coche con placas de Querétaro y con otro amigo varón. La receta del desastre. Quince días después del 10 de noviembre de 2009, Brenda acudió a cobrar la deuda de otro cliente, creyendo que necesitaría dinero para pagar un rescate que nunca llegó. Cuando llegó con ese conocido, rebasada de ansiedad, se desahogó y narró la tragedia familiar. Ella sólo buscaba alivio, hablar con alguien, un consejo, pero se topó con que ese hombre conocía al otro primer deudor que llevó a Héctor hasta Monclova. Así es como la joven Brenda descubrió que, desde hace tres lustros, una célula de Los Zetas operaba entre Coahuila y Querétaro. Que su negocio eran los secuestros, las desapariciones forzadas y la extorsión. Y que su hermano era una de sus víctimas. A diferencia de Los Zetas en Coahuila, Los Zetas en Querétaro tenían pinta de hombres y mujeres honorables. Apariencia inofensiva, un comportamiento falsamente decente. Aunque la gente de Querétaro intuía sus negocios sucios, los dejaron pasar porque sus buenos coches y sus buenas casas mejoraban la imagen de la ciudad. Así, Los Zetas queretanos se infiltraron en escuelas, iglesias, restaurantes y la vida cotidiana. Querétaro se acostumbró a ellos rezando el mantra de la ceguera: “Acá viven con sus familias, por eso no hay violencia”. Y les abrieron los brazos. Hasta que desapareció Héctor y luego Antonio, Selene, Francisco y Mariana. Hasta que Los Zetas fueron desplazados y su lugar ocupado por el Cártel Jalisco, el Santa Rosa de Lima, los Templarios, los Beltrán Leyva, el de Sinaloa. Entonces, los desaparecidos llegaron a 3 mil 272, los asesinatos repuntaron y ...
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  • Los aguinaldos de Acapulco - 06 Nov 24
    Nov 6 2024

    Cuando el sol del 4 de noviembre despuntó sobre la comunidad de Tres Palos, en el puerto de Acapulco, los vecinos notaron una columna de humo que se elevaba desde la calle Vicente González. El temor era que se tratara de un incendio originado en la Escuela Secundaria Técnica 93, pero lo que sabrían en las horas siguientes les mostraría un panorama inesperado, pero igual de aterrador.

    En un estado como Guerrero, donde entre 7 y 10 grupos criminales se disputan el estado y otros 13 brazos armados se pelean lo que queda de Acapulco tras el paso devastador de los huracanes Otis y Jhon, hasta las escuelas son susceptibles de ser víctimas del fuego extorsionador del crimen organizado, que cobra cuotas por cada alumno.

    Por la hora, los acapulqueños imaginaron que una jauría de sicarios habrían atacado a la hora de entrada de los estudiantes. O que un improbable cortocircuito hubiera encendido el plantel antes de la primera hora de clases. De inmediato, sonaron los teléfonos en el centro de atención telefónica del número de emergencia 911.

    Los reportes oficiales cuentan que los primeros respondientes fueron los bomberos y personal de Protección Civil. Ellos dieron cuenta que la escuela estaba intacta; el hollín que se elevaba por las copas de los árboles salía de dos vehículos en el interior de un domicilio, cuyos habitantes eran bien conocidos por la comunidad de Tres Palos.

    Cuando el incendio fue controlado, los bomberos entraron al domicilio y encontraron una escena de horror. Sin ser alcanzados por el fuego, sobre un piso de tierra, yacían apilados los cadáveres de tres mujeres —Elia, Adolfina y Adriana— y dos hombres —Rigoberto y Mauro. Dylan agonizaba con un tiro en la espalda y de camino al hospital falleció de un choque hipovolémico. El saldo final fue de seis asesinados, entre ellos un menor de edad. Y dos sobrevivientes: una niña de 11 años y un joven de 20.

    Cuando la Guardia Nacional arribó a la escena del crimen encontró la firma de la maña: más de 25 casquillos con armas calibre 9 y .223 milímetros. Y una explicación: los pistoleros habían incendiado, en un principio, la recámara principal de la casa, pero el techo de plástico se derritió rápidamente y cayó sobre los dos vehículos. Querían también destruir la vivienda. Arrasar con todo.

    Los nombres de las víctimas fueron rápidamente conocidos por las autoridades porque se trataba de una familia querida por muchos en Tres Palos, Acapulco: un clan modesto de empresarios restauranteros en la playa Princess conocidos por la venta de cocos.

    Un comerciante, de esos pocos que resisten el embate del cambio climático y el crimen organizado en el puerto turístico guerrerense, contó a MVS Noticias que recientemente dos escisiones de los Beltrán Leyva se sacudieron el lodo, salieron de los escombros y reaparecieron en la playa Princess, una de las zonas que más rápido se ha recuperado de la devastación y que atiende a los pocos turistas que llegan a la costa gracias a las extraordinarias inversiones de los empresarios más ricos del puerto y que no han huido.

    Ahí, a dueños de negocios de todos tamaños, micro, pequeños y medianos, les anunciaron que se reactivaría el cobro de piso. Que los cárteles y brazos armados también necesitan dinero para pelear sus propias guerras internas y externas. Y que la tregua por el paso de los huracanes había terminado. Empezaría la cobranza con tres opciones: pagar sin chistar, cerrar el negocio o morir entre balas y fuego.

    ¿La familia de la calle Vicente González en Tres Palos se negó a pagar? Las primeras investigaciones apuntan hacia esa hipótesis. Lo cierto es que su matanza anuncia la temporada de pago de derecho de piso hacia el fin de año. Un invierno duro para Acapulco, después de que las expectativas por el Día de Muertos quedaron cortas y la industria turística reportó pérdidas por 300 millones de pesos.

    Un dato ofrecido a este reportero es estremecedor: el crimen organizado en Acapulco ya ha comenzado a exigir para ellos el pago del aguinaldo que corresponde a los trabajadores, quienes seguramente ya han hecho planes sobre qué hacer con ese bono decembrino, su esperanza de sobrevivir al fin de año y las deudas de la cuesta de enero.

    Si los aguinaldos de los acapulqueños no van a los bolsillo del crimen organizado de Guerrero, la amenaza es clara: habrá más matanzas como la de Tres Palos.

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