El hecho de que Claudia Sheinbaum sea científica de formación, y haya nombrado en su gabinete a personas que también son científicas, ha despertado ciertas expectativas sobre lo que puede implicar un gobierno mexicano encabezado por personas educadas en disciplinas científicas como la física o la biología en lugar del derecho o la economía. ¿Qué puede traer un gobierno de científicos? ¿Qué nos dice la historia al respecto?

Dado el inmenso poder que mantendrá el presidente López Obrador tras concluir formalmente su presidencia, lo que asoma en el escenario político es una continuación de su presencia y su influencia. El México moderno ya vivió un periodo similar por más de siete años en que Plutarco Elías Calles, quien dejó la presidencia en 1928, fue ampliamente conocido como el “Jefe Máximo de la Revolución” y ese periodo como “el Maximato”. López Obrador se perfila como el nuevo “Jefe Máximo de la Transformación”, aunque obviamente mucho dependerá del papel que juegue la presidenta Claudia Sheinbaum, quien puede mantener su rol de subordinación o bien rebelarse una vez que asuma la presidencia.

El mercado parece algo frío, impersonal, y por tanto mejorable con un toque humano. A la mano invisible, esa expresión magistral acuñada por Adam Smith hace casi 250 años, muchos consideran que la huella que deja es perfectible. El presidente López Obrador dijo en días recientes, ante la fuerte caída del peso ante su radical propuesta de reforma judicial, que la justicia está sobre los mercados. Más bien, los mercados reflejan en muchísimas ocasiones lo que es mejor para todo, esto es, para el pueblo.

Peso y Bolsa se desplomaron ante la noticia de la contundente victoria electoral de Morena, con Claudia Sheinbaum ganando la Presidencia de la República. Pero esto no fue realmente sorpresivo e inesperado. ¿Qué sorprendió a los mercados? La magnitud de la victoria que implica la posibilidad de que el partido tenga una mayoría calificada en el Congreso que le permita modificar la Constitución prácticamente a placer del presidente saliente López Obrador y de quien le sucederá en el cargo.

Xóchitl Gálvez nació en pobreza y se transformó en exitosa ingeniera y empresaria antes de pasar al servicio público. En una elección con profundos tintes identitarios, su género y origen fueron fundamentales para ser la candidata de una oposición formada por partidos ideológicamente antagónicos por décadas. Representa el regreso a un México que avanza por la senda democrática, de un gobierno al que realmente le importan por los pobres por su condición y no por su voto. Pero para que triunfe aquellos que inundaron las calles deben inundar las urnas del 2 de junio.

Hay un peculiar enamoramiento de muchas personas con una ideología de izquierda con la pobreza o, expresado en otra forma, un odio por los ricos. No es nada nuevo, la leyenda dice que Robin Hood estaba robando a los ricos para entregar ese dinero a los pobres hace más de 800 años. Hoy ya no es Robin Hood, pero son los impuestos y otras políticas públicas que buscan, frecuentemente con buenas intenciones pero malos resultados, hacer lo mismo. Como dijo alguna vez el Primer Ministro sueco, Olof Palme, se debe buscar acabar con los pobres, no con los ricos.

La migración ha sido una constante a lo largo de la historia por los más diversos motivos, pero la migración a partir del siglo XX, y más todavía en décadas recientes, es muy diferente a la existente previamente. Las condiciones actuales hacen mucho más fácil y atrayente el migrar, mientras que muchas economías ricas tienen condiciones menos favorables para recibir migrantes. Precisamente en unos días se cumplirá un siglo de las primeras restricciones de Estados Unidos a la migración. A la xenofobia que siempre ha existido se agregan razones potentes para frenar la migración.

El peso se ha apreciado, revalorizado, fuertemente contra el dólar y otras divisas internacionales en los últimos dos años. Realmente se puede hablar del superpeso. Esto puede ser muy bienvenido por muchos, como importadores y turistas mexicanos que viajan al exterior. Pero a esas luces hay que agregar sombras, que también es importante considerar. Una de ellas, sorpresiva para muchos, ha sido el impacto del superpeso en el balance del Banco de México, que actualmente tiene un capital contable extremadamente negativo, aunque no está en quiebra.