Este fin de semana viví una situación que años atrás habría detonado una reacción automática en mí: defensa, tensión, lucha... ¡Tormenta! Todo habría girado en torno a los reclamos, las expectativas entre las partes y por supuesto, la culpa. Seguramente también hubiera habido espacio para el resentimiento y los remordimientos. En fin, el cóctel perfecto para la desconexión conmigo misma y con los que me rodean, especialmente con los participantes directos. Sin embargo, esta vez todo fue distinto. Algo que hace cinco años habría encendido mis emociones, ahora solo despertó en mí una profunda curiosidad, calma, paz y un inmenso sentido de amor. Escuché y abracé una situación de aparente reclamo con comprensión, con una mente completamente abierta y esto dio paso al amor. Bien dicen por ahí que "Love is the power".

Estos eventos, estas situaciones, me siguen invitando a ver que la verdadera paz no viene de evitar conflictos externos o de combatirlos, sino de mantener nuestra serenidad interna. En lugar de sentirme atacada y defenderme, escuché; en lugar de reaccionar, respiré y desde la calma conversé. ¡Todo terminó bien!

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