Buscar un buen título es muy difícil. Traducirlo no debería serlo tanto. Sin embargo, películas con carteles tan sencillos y acertados como Rambo, Airplane! o Rosemary's Baby se vieron profundamente profanados al traducirlos al español.

Hoy contamos solo algunos.

Buscar un buen título es muy difícil. Traducirlo no debería serlo tanto. Sin embargo, películas con carteles tan sencillos y acertados como Rambo, Airplane! o Rosemary's Baby se vieron profundamente profanados al traducirlos al español.

Hoy contamos solo algunos.

¡Oh, capitán! ¡Mi capitán!En 1989, esta película vino a recordarnos que la educación es mucho más que la mera transmisión de conocimientos: la buena educación utiliza esos conocimientos para ayudar a construirnos como personas.

Dirigida por Peter Weir y protagonizada por Ethan Hawke y Robert Sean Leonard y un maravilloso Robin Williams, El club de los poetas muertos dejó más de una frase para el recuerdo en toda una generación.

La verdad es una manta que siempre te deja los pies fríos.

Desde películas que te dejan mirando la lluvia por la ventana durante tres días a cintas que te hacen ver todas tus reencarnaciones en una tarde: el síndrome de Stendhal es una sobresaturación de los sentidos que puede dar cuando contemplamos algo de extrema belleza (una obra, una melodía, un paisaje) y que puede incluso provocar síntomas físicos, como aumento del ritmo cardíaco o mareos o, típicamente, llorar de emoción.

Hemos recopilado algunos títulos que han provocado síndrome de Stendhal en los espectadores.

Una de las cosas más difíciles a la hora de sacar al mundo un producto creativo, ya sea un libro, un álbum o una película, es poner un título a la obra: que la represente, que tenga gancho y, a ser posible, que no haga spoilers.

Algunos taquillazos, como Blade Runner, Toy Story, Scream o Regreso al futuro, estuvieron a punto de tener otros títulos, la mayoría muy desafortunados, algunos totalmente ridículos.

Una de las cosas más difíciles a la hora de sacar al mundo un producto creativo, ya sea un libro, un álbum o una película, es poner un título a la obra: que la represente, que tenga gancho y, a ser posible, que no haga spoilers.

Algunos taquillazos, como Pulp Fiction, Pretty Woman o Alien, estuvieron a punto de tener otros títulos, la mayoría muy desafortunados, algunos totalmente ridículos.

En 1994, Macaulay Culkin y Christopher Lloyd, junto a Whoopi Goldberg y Patrick Stewart, protagonizaron una de las joyas de la animación más grandes de todos los tiempos.

En El guardián de las palabras (The Pagemaster), un niño miedoso se convertía en una ilustración que tendría que sobrevivir a los retos que encontraría en el interior de los libros de una biblioteca.

Terror, Aventura y Fantasía en un clásico inolvidable.

Era 1984 y Val Kilmer debutaba en cine con el grupo ZAZ en una parodia de las películas de espías que incluía una suerte de Elvis, un científico secuestrado y los miembros de la Resistencia enfrentados a los nazis, probablemente, más ridículos de la historia del cine.